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El dolor y la iluminación: El mártir iluminado


Thích Quảng Đức – Vietnam 1963

Tiempo de lectura: 5 minutos

A través de la historia de la humanidad podemos ver muchos ejemplos donde el dolor está muy relacionado con estados superiores u alterados de la conciencia, en todas las religiones encontramos rituales donde el dolor es parte importante del proceso para conectarse con el TODO.


El cristianismo y el dolor

Solo hay que entrar en una iglesia catolica para entender que el dolor y sufrimiento, es parte integral de la fe cristiana y Jesucristo es su más grande ejemplo, el cual tuvo que pasar un enorme calvario para alcanzar los cielos, existen teorías que afirman que en sus años de juventud, Jesucristo viajo al norte de la India donde se entrenó en técnicas de meditación budista. Para el budismo la compasión absoluta es una manifestación de la iluminación y que mejor ejemplo que Jesucristo perdonando a sus verdugos en la cruz. Los santos son otra muestra de ello, no existe hasta donde yo sé, algún santo o santa que no haya pasado por un proceso de dolor y sufrimiento muy grande. En el cristianismo no solo es necesario enfrentarte a procesos de dolor físico para domar la mente, sino que también se atraviesa por un periodo de dolor emocional denominado por San Juan de la Cruz como La noche obscura del alma. San Juan de la Cruz fue un sacerdote católico y místico italiano del siglo XVI.

El describe a la noche obscura del alma, como un periodo donde se siente un profundo abandono de Dios, pero más que un castigo los místicos ven a este periodo como una bendición disfrazada, la persona pierde el éxtasis espiritual asociado con los actos virtuosos que le brindan gozo, esto para alcanzar un nuevo nivel en sus virtudes, eliminar el ego que le produce su estado virtuoso por un amor más verdadero a Dios.


El Budismo y el dolor.

Buda quien para alcanzar la iluminación primero vivo durante cinco años el dolor y sufrimiento físico de un asceta, para finalmente terminar este periodo sentándose bajo un árbol y prometiéndose a sí mismo no volverse a levantarse hasta no alcanzar la iluminación, los textos dicen que fueron varios días, pero sin duda eso debió doler bastante, ya que estaba dispuesto a morir allí mismo para alcanzar su meta, superando así uno de nuestros miedos más primigenios, el miedo a la muerte.

Lo máximo que yo he intentado estar en posición de meditación son tres horas seguidas y fue una experiencia dura, pero reveladora, ya que aproximadamente a las dos horas transcurridas, iniciaron una serie de calambres en mis pies que estuvieron a punto de hacerme abandonar mi propósito, tan solo pensar que me iba a enfrentar a una hora más de dolorosos calambres por voluntad propia, sonaba ya a una locura, pero continúe y fue media hora después que los calambres cesaron y entre en una profunda calma, como si mi cuerpo dijera: creo que este cabron no se va a mover, no tiene caso seguir produciéndole dolor, la mente sin duda puede adaptarse a muchas situaciones.

En la cinta de horror francesa Martyrs, un grupo cristiano fanático secuestra mujeres y las hace atravesar por un proceso de mutilaciones corporales, mientras estas se encuentran conscientes para alcanzar a la iluminación y tener conexión con Dios.

Pero ¿existe diferencia entre el dolor físico y el dolor emocional o sufrimiento? se ha descubierto que las zonas del cerebro que se activan cuando existe un dolor físico causado por alguna lesión, son las mismas que cuando experimentamos desasosiego, tristeza y la desolación más intensa y la siguiente historia está muy relacionada con este tema y la titule:


El mártir iluminado

Mártir en el circo 1869 – Fyodor Bronnikov

A Rene lo conocí camino a un retiro de silencio, era uno de las cinco personas que nos habíamos juntado para compartir el auto y poder llegar al lugar, recuerdo que la primer pregunta después de las respectivas presentaciones fue ¿si era nuestra primera vez o ya llevábamos algunos retiros previos?, tres contestaron que era su primera vez, se encontraban nerviosos y emocionados, para mí era la segunda y Raul el solo dijo: pues como unos trece, la verdad eh perdido la cuenta…

Estábamos ante un meditador PROFESIONAL sin duda alguna, incluso había tenido un periodo donde había vivido en el centro por tres meses, es decir tomaba el retiro, hacia servicio comunitario en el lugar entre cursos y volvía a sentarse.

Rene era un joven de unos 30 años aproximadamente aunque aparentaba menos, moreno de pelo obscuro, delgado y de estatura baja, con un acento bastante neutro que no te permitía saber bien de donde era, desde principios de sus veinte había estado haciendo retiros de silencio dos  veces al año en promedio. Decía que la meditación Vipassana lo había ayudado a salir de una profunda depresión, sin embargo tenía cuatro años y medio que se había sentado por última vez, porque se había casado y tenido una niña yéndose a radicar a playa del Carmen, lo cual le había imposibilitado poder volver hacerlo.

De caminó al centro Raul le pidió a nuestro conductor, que sí podía pararse en alguna farmacia  para comprar una crema para los hongos y él le dijo que el traía una nueva, que podía compartir la mitad de la suya, acepto y ya no pasamos a la farmacia.

A medida que pasábamos los días allí adentro, me daba la impresión que a Raul le estaba costando mucho trabajo el retiro, cada vez se notaba más ojeroso y cansado. El décimo día cuando se nos permitió hablar le pregunté ¿Te costó mucho, verdad?

-No tienes idea Rey, ahora me río, pero lo que pase fue una experiencia muy dura.

– Pero ¿Porque? ¿Qué pasó?

– ¿recuerdas lo de la crema? La necesitaba porque tenía una ligera irritación genial. Pero para el segundo día ya era evidente, que no iba a ser suficiente con simple miconazol salir del problema, la infección había escalado y todo su miembro se encontraba con dolor e hinchazón, tenía que ir al médico sin duda alguna.

Hablo con el coordinador para pedir permiso de bajar al pueblo, atenderse y regresar, pero solo era el profesor quién podía autorizar algo así.

La respuesta fue clara, sí te vas ya no puedes regresar, cualquiera se hubiera ido sin dudarlo, pero él había esperado tantos años para volver y tener que irse los primeros días sería una gran derrota, aparte no tenía tanto dinero ni a dónde ir y su vuelo de regreso era en una semana.

El cuarto día, la situación para él ya era insostenible y el profesor finalmente autorizo a que lo llevarán al médico y que pudiera regresar.

Le inyectaron una fuerte dosis de antibióticos, cremas, curaciones y regreso a meditar, cuando finalmente pudo empezar a sentir alivio, cometió su siguiente error. Debido a que no se podía rascar directamente sin el riesgo de volverse a infectar, el agua caliente de la regadera le producía profundo descanso, pero está le ocasionó una quemadura, su calvario estaba lejos de terminar.

Alcanzando la iluminación…

Las noches las pasaba en vela con calambres cada diez minutos que le impedían descansar, pero también fue gracias al dolor y el sufrimiento que estaba experimentando, que en las horas de meditación empezó a alcanzar shamadis realmente profundos. El Shamadi es el estado en que el cuerpo y la conciencia se vuelven uno, es cuando se alcanza la total ecuanimidad y todas las barreras físicas dejan de existir en tu mente. Fue gracias a esos estados que los días eran tolerables.

La crema contra quemaduras se la consiguieron dos días después, el décimo día la infección ya había sanado y la quemadura estaba en vías de hacerlo, aunque todavía tenía algo de dolor y comezón.

Sin duda solo alguien con un control mental tan poderoso hubiera podido aguantar esa prueba, y pensar que el resto de nosotros creía que estábamos sufriendo, cuando me despedí de él, le exprese mi más profunda admiración y le agradecí, porque cuando me encontrara sufriendo por tonterías como un resfriado en la comodidad de mi casa, pensaría en el, a manera de inspiración. 🙏

La meditación me ha ayudado poco a poco a reducir mi miedo al dolor y sufrimiento, se dice que la meditación te entrena no solo para vivir mejor, si no para morir, y me surgen varias preguntas: ¿Por qué vivimos en una cultura que busca evitar el dolor a toda costa? Los analgésicos nos ayudan sin duda, pero está comprobado que el cerebro bajo ciertas condiciones y entrenamiento es capaz de manejar el dolor, ¿No estamos creando una especie/sociedad intolerante al dolor? La próxima vez que enfrentes dolor, afróntalo de manera diferente, enfréntalo y veras que se volverá tu maestro, ¿acaso no han sido esos momentos dolorosos en tu vida los que te han forjado como mejor persona?