El unicornio es un animal hermoso y fascinante, representa la pureza y belleza de las cosas, en la edad media se le cazaba por los poderes que guardaba su cuerno y que servia de antídoto para los peores venenos.

Un ser que solo se deja(ba) ver por los puros de corazón y al que únicamente los más puros entre los puros, aquellos con un corazón rebosante de bondad y ternura, podían tocar y mediante el uso de doncellas, los cazadores atraían a estos seres y así poder obtener su preciado cuerno.

El ser humano siempre ha querido atrapar y poseer todo, en vez de simplemente dejar ser y ese ha sido nuestro mas grande error, desde las cosas materiales hasta los sentimientos de los demás, creemos que deben ser nuestros y es en ese proceso que destruimos la belleza de lo que nos rodea y lo volvemos un producto, tal vez por eso cada vez es más raro toparse con uno. Yo hace poco me encontré un unicornio, en realidad el me encontró a mí, los unicornios te encuentran, no tu a ellos. Desde el primer momento que lo vi, supe que era un ser especial, hermoso y vulnerable, que a pesar de sus heridas y miedos se acercó a mí.

Eso me hizo sentir halagado, el dice que lo atrajo mi paz, pero lo que nadie te dice es que la belleza y magia de un unicornio te puede llevar a la locura del deseo y la avidez, a quitarte la tranquilidad si no conoces y aceptas de corazón las leyes de la impermanencia, nada nos pertenece y cuando obligamos a otros seres a estar a nuestro lado, ya sea con engaños o mediante la fuerza, su magia se va extinguiendo poco a poco.

Saber que existe un unicornio que se siente a gusto a mi lado me emociona y me recuerda que la magia existe, solo hace falta calmar los pensamientos y gozar su compañía, solo en paz podremos realmente estar con un ser así y con toda su magia, sin destruirlo en el proceso.