Sagrada Familia: Óscar y Alma
El 22 de mayo del año 2021, meses después de nuestra aventura en el desierto de Wirikuta, Norma nos invitó a otra ceremonia de peyote, esta vez con un Marakame en un lugar por Tlalnepantla, organizado por un amigo suyo llamado Mictlán.
En el lugar había un temazcal muy bonito. Entre los asistentes estaban Óscar y Alma, una pareja muy peculiar que es difícil que pase inadvertida por diferentes razones. Él es un hombre a mediados de sus 30, atractivo, alto, moreno, fornido, que derrocha masculinidad por los poros, pero no solo eso, también una sabiduría muy profunda, de muchas vidas. Al verlo es inevitable pensar que así debieron verse los grandes guerreros aztecas. Alma es una mujer blanca, ya entrada en sus 60, con una constitución física, poderosa y atractiva, así como dulce, amorosa y también muy sabia. La diferencia de edad llama mucho la atención a quien los conoce por primera vez, pero a medida que los iba tratando, me iba dando cuenta de que son almas muy afines que se conocen y reconocen de muchas vidas atrás. Tienen muchos IN YUN juntos.
La ceremonia de peyote esa noche fue muy bella y mágica. Era la segunda vez que lo consumía y, aunque en esta ocasión tuve la oportunidad de consumir más, no tuve un efecto psicodélico muy evidente, solo una gran tranquilidad, enfoque y lucidez. Fue una velada muy bonita donde compartimos la medicina, cantos, peticiones y comida.
A ratos volteaba a ver a Óscar y Alma, que me llamaban mucho la atención por diversas razones: desde lo atractivo que era Óscar y mis anhelos de tener una pareja con ese grado de poder y presencia, hasta la dulzura y belleza de Alma, que era más evidente cuando tomaba la palabra. Recuerdo que esa noche pedí tener una relación como la de ellos.
Al otro día, cerca de las 11 de la mañana, entramos al temazcal. Yo no estaba muy seguro de entrar por la desvelada y porque ya había hecho un temazcal previo a la ceremonia de hikuri. Pero dejé a un lado mis miedos y me metí. Fue un temazcal muy hermoso; en realidad, fue el primero que disfruté realmente, los otros solo los sufría. Había una energía muy bella allí adentro, me sentí en familia, y Mictlán, el líder del grupo, supo dirigir muy bien el ritual, junto con Alma y Óscar.
En esa ocasión, mi intención fue generar más voluntad y poder. En el punto más fuerte del temazcal, levanté mis manos y las acerqué a las piedras a pesar del intenso calor. Empecé a sentir una enorme energía en mis manos. Fue algo muy intenso.